Cualquier persona que pase por la
calle Enseñanza a la altura del nº 7 verá un solar lleno de escombros. Si esa
persona tiene más de 20 años y es amante del rock, probablemente verá algo más
que un simple solar lleno de escombros. Y si resulta que además pasó su
adolescencia en Castellón de la Plana, posiblemente sienta una ligera morriña correteando
en su interior. Así es, el edificio que albergaba La Gramola, el mítico local de punk rock de Castellón, fue derruido
a finales del pasado 2012, tras más de 40 años a la cabeza del ocio nocturno en pleno centro de la ciudad. La Gramola abrió
por última vez la noche del 25 de febrero del año 2006, y aunque reabrió poco
después con diferentes nombres, su sentencia de muerte había sido firmada. El
local perdió su clientela habitual y nunca recuperó su antigua fama, hasta caer
poco a poco en un estado de semiabandono en los últimos años.
El primer fin de semana tras su
demolición, eran muchos los curiosos (entre los cuales me incluyo) que
husmeaban por encima de la valla y sacaban fotos del lugar emocionados. “No me
lo puedo creer, pasé toda mi adolescencia aquí”, decía una chica. Entre los comentarios
que llegué a escuchar, los hay que afirmaban que allí habían pasado la mejor época de su juventud. Lo cierto es que, sentimentalismos aparte, La Gramola dejó tras de sí un ambiente
irrepetible, y sobre todo, noches interminables de rock, calimocho, cerveza,
sudor, y sobre todo, buen rollo. Porque eso es lo que caracterizaba a los gramoleros, el buen rollo y las ganas de
pasarlo bien, más allá de politiqueos y discusiones ideológicas varias, que haberlas
las había, pero no eran la regla. Cualquier persona que pasó por La Gramola sabe que allí la música era la verdadera protagonista:
Rosendo, Barricada, Extremoduro, Reincidentes, La Polla Records, Def con Dos,
Soziedad Alkoholika, Los Suaves, Hamlet, O’funk’illo, Boikot, Mägo de Oz, Barón Rojo, Siniestro Total…,
toda la artillería pesada del rock patrio retumbaba en las paredes mientras
Guillermo y Vicente, incombustibles tras la barra, servían litros y más litros
de calimocho y cerveza para disfrute de la chavalería.
"Guillermo, ponte un litro y una de Extremo" |
La Gramola abrió el camino a otros muchos locales con la misma filosofía: el Virus, el Distriz, el Boske, el Bar Varos, el Duende, el Nazgul, el Forat, el 411, etc., la mayoría de los cuales fueron cerrando con el paso del tiempo, debido en parte al endurecimiento policial y al auge de la famosa zona ZAS, que hizo estragos en la capital de La Plana durante la primera década del siglo XXI. Es por eso que la demolición de La Gramola puede interpretarse como un símbolo de que la escena rockera de la ciudad (con permiso de los metaleros Pub Manowar y Barri Gotic) ha muerto definitivamente. De hecho, la última canción que sonó en la noche de su cierre fue Hay Poco Rock’n’Roll, de Platero y Tú. Toda una premonición, teniendo en cuenta que Fito Cabrales canta aquello de: vas a cerrar el bar, ¡no jodas! Yo quiero rock’n’roll ¿adónde voy ahora?
Aspecto que presentaba el local antes de ser derruido |