lunes, 24 de octubre de 2016

ALMA NOCTURNA (RELATO) #historiasdemiedo @zendalibros

Ya son más de las doce cuando me asomo a la ventana. La noche es fría, húmeda y reconfortante. La luna llena vierte sus rayos de luz plateada sobre los techos de la ciudad. Las calles descansan en completo silencio, libres del ajetreo diurno. En la farola solitaria de la esquina, varios insectos revolotean alrededor de la luz amarillenta. Uno de ellos se quema en la bombilla y cae sobre la acera, junto a un gato negro que rebusca en la basura. El felino, al percatarse, se abalanza sobre el insecto moribundo y lo engulle sin miramientos. La vida sigue su ciclo.
     Mi barrio es oscuro, tenebroso y marginal, pero posee una belleza inquietante. Los antiguos edificios de ladrillo encierran tras sus puertas vidas sórdidas, vidas forjadas al amparo del miedo. El viejo almacén de la esquina lleva veinte años abandonado, pero no del todo inhabitado. De vez en cuando brotan gruñidos de su interior. Conozco perfectamente a sus habitantes, pero no tengo ninguna intención de volver a encontrármelos. Hoy es la Víspera de Todos los Santos y parecen más furiosos que nunca.   
     Escucho el rumor del camión de la basura en los barrios bajos. Botellas que se rompen, plásticos que se aplastan. Los murciélagos aletean por la fachada. Los perros aúllan en la lejanía, componiendo una bella sinfonía nocturna. Al final de la avenida diviso el cementerio, y sumergidas en las tinieblas distingo las hileras de tumbas, alineadas bajo los cipreses hasta el más allá. Hace días que no arden fuegos fatuos entre las lápidas. Enciendo un cigarrillo y me apoyo cabizbajo en la cornisa de la ventana, disfrutando del espectáculo de sombras y rumores entrecortados que me envuelven. No puedo pensar en nada. En realidad, hace muchos años que no puedo hacerlo. 
     De pronto, unos tacones repican abajo, sobre la acera. Una joven cruza la calle a paso ligero, huyendo de la oscuridad. Saca las llaves para abrir el portal, pero antes levanta la cabeza y repara en mi presencia. Yo le clavo la mirada sin titubear, hasta adueñarme por completo de su conciencia. Y entonces, el tiempo se detiene para ella. Siento su respiración agitada, puedo oler el miedo en su rostro. Cuando le sonrío, mostrándole mis afilados colmillosla joven corre hacia su portal mientras una espesa niebla la envuelve y le hace perder el conocimiento. Su grito resuena en todo el vecindario, pero pronto regresa el silencio a las calles. Los vecinos atrancan puertas y ventanasse refugian en sus habitacionesen sus camasdonde esperarán a salvo la luz del día. Yo, en cambio, me quedaré viviendo en la noche. Y es que me gusta la noche. Es bella y espectral. Es un lóbrego manto teñido de estrellas. Una dulce y peligrosa dama que me hizo lo que soy. Es mi don, mi maldición y mi redención. Mi último refugio.

#historiasdemiedo
     

© De la imagen: Fright Night (1985)


domingo, 23 de octubre de 2016

jueves, 4 de febrero de 2016

¿POR QUÉ ESCRIBEN LOS ESCRITORES? 5 RAZONES

 ¿Te gusta escribir? ¿Has escrito alguna novela? ¿Escribes relatos? ¿Inviertes tu tiempo en crear personajes e inventar historias? Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es sí, te doy la enhorabuena. Eres uno de los nuestros, y te mereces todo el respeto del mundo. Ahora bien, ¿alguna vez te has parado a pensar por qué lo haces? ¿Esperas algo a cambio? ¿Lo haces por dinero? ¿Lo haces por pasar el rato? ¿Necesitas que los demás te lean? ¿O eres de esos que escribiría incluso estando solo en una isla desierta? Las motivaciones que mueven a un escritor son múltiples. En realidad, hay tantas como escritores en el mundo. En este artículo intentaré nombrar las que considero más relevantes y daré mi visión particular. 
    
1. Por dinero. La más obvia, pero también la más mundana. Si hiciéramos una encuesta, pocos serían los escritores que empezaron a escribir por esta razón, pues el oficio de escritor, sobre todo en España, siempre ha estado relacionado con la bohemia y el pasar hambre. Únicamente si eres un escritor de mucho éxito escribirás por dinero. Serás uno de esos pocos elegidos. Y tampoco se te podrá reprochar nada por ello.

2. Para vivir otras vidas. Otra de las respuestas clásicas. Muchos escritores afirman escribir para vivir otras vidas que no pudieron o no quisieron vivir (y lo mismo se puede decir de sus lectores). Hay por ahí un montón de novelas con personajes que son futbolistas, astronautas, exploradores o periodistas por la simple razón de que las personas que las escribieron soñaron alguna vez con serlo pero no lo lograron.   

3. Porque me gusta. Es una respuesta simple, pero que cae por su propio peso. No olvidemos que hay escritores que escriben por el mero hecho de escribir, porque disfrutan inventando historias, es como un hobby que les relaja. Por lo general, este tipo de escritores no esperan nada a cambio, se conforman con terminar su historia y tal vez escuchar las opiniones de sus familiares y amigos. Publicar no siempre es el objetivo de un escritor. 

4. Por necesidad. Hay gente que se engancha a las drogas, otros se enganchan a escribir. Para algunos, escribir es como una droga, y al contrario de lo que puedas pensar, esta droga no tiene nada de malo. De hecho, escribir puede ser una especie de autoayuda, mucho más eficaz de lo que crees. No conozco a ningún escritor que se haya vuelto loco por culpa de escribir, al contrario: muchos han enloquecido por dejar de hacerlo. La literatura puede ser una vía terapéutica de exorcizar demonios y sustituir así al psicoanalista. ¿Alguien sabe lo que te pasa mejor que tú? Escríbelo. Este punto enlaza directamente con el siguiente, es decir… 

5. Para superar miedos y traumas del pasado. Esta es una de mis favoritas, y una de las razones por las que empecé a escribir. ¿Alguna vez has pasado por una situación que te hubiera gustado que fuera diferente? ¿Te quedaste con las ganas de tener una conversación con alguien? Este es el caldo de cultivo de la literatura. ¿Te da miedo algo? Quizás puedas canalizar esto a través de tus personajes. Por ejemplo, yo escribí mi novela La isla de Mario, entre otras razones, para enfrentarme al miedo que me daba subir a un avión y viajar a lugares lejanos. ¿He superado mi miedo? Pues no del todo. Pero gracias a ello tengo una novela más publicada. ¿No es maravilloso?  

¿Y tú? ¿Por qué escribes?


lunes, 9 de noviembre de 2015

NUEVA PORTADA PARA 'LA ISLA DE MARIO'

La isla de Mario' debuta en Amazon, y lo hace con una nueva portada que refleja mejor el espíritu de la novela. El artista es el mismo que el de la primera, el ilustrador Joaquin Porcar Díaz, conocido también por su nick Caffeine Artwork. ¿Os gusta el diseño?



martes, 21 de julio de 2015

TÚ ERES EL PROTAGONISTA

     Dicen que para un escritor novato, lo lógico es que le lean primero sus familiares y sus amigos, y luego, a partir de ahí, ir creciendo y darse a conocer a nuevos lectores. Yo no lo creo así. De hecho, para mí es justo al contrario. Es mucho mejor ser leído primero por desconocidos. ¿Por qué? Porque ellos son los únicos que te darán una opinión sincera de tu novela. Son los únicos que la leerán sin prejuicios. Los únicos que no se buscarán entre las páginas. Los únicos que se la leerán si de verdad les interesa, y no por obligación. Pero ¿y tus familiares? ¿Y tu círculo de amistades? ¿Y tus ex novias? ¡Uf! Ahí hay algo que no huele bien. Conozco a muchos autores que escriben en secreto precisamente porque les da vergüenza mostrar sus historias a los más allegados. Y yo comprendo perfectamente sus razones. A mí, en concreto, cada vez que termino una novela, los familiares y los amigos me preguntan lo mismo: “¿el protagonista eres tú? Es que me recuerda mucho a ti”. Ya os adelanto que es imposible escapar al San Benito. El escritor está condenado a ser confundido con el personaje de su novela. Así que si eres muy aprensivo, ten cuidado con lo que escribes.

LA VERDADERA LECTURA QUE HARÁN DE TU NOVELA

Si por casualidad la historia guarda algún tipo de paralelismo con tu vida real (por ejemplo, si el protagonista tiene padres, amigos, novia) ya la has liado. Serás tomado por un exhibicionista de tu vida privada. Da igual que ese personaje sea un alienígena venido del futuro para exterminar a la humanidad. Si ese protagonista, por poner un ejemplo, es impotente, la gente de tu entorno pensará (pero sin dudarlo ni un segundo) que tienes problemas en la cama. Si ese personaje tiene una novia, leerán tu libro como si ese personaje fuera tu novia de la vida real (o cualquiera que hayas tenido en el pasado, en caso de que ahora no la tengas). Si en tu novela salen malparados unos padres o unos suegros, atente a las consecuencias (cuidado con la herencia, chico). Si creas un personaje homosexual en tu historia, significa que encierras una homosexualidad latente que no te atreves a confesar. Si la cosa va de un personaje que da pena, tú también la darás. Si el prota es un ladrón, es que algo has robado alguna vez. Si relatas la historia de una infidelidad, es que algo malo le has hecho a tu chica. Si te vienes arriba y creas un personaje que es el puto amo, te acusarán de vanidoso. Si la protagonista de tu historia es una mujer (y tu eres un tío, o viceversa), estás dando rienda suelta a cierto travestismo mental que quizás delate otro travestismo físico. Y si creas a un personaje con un miembro viril de 30 centímetros… significa que has metido a Nacho Vidal en tu novela.
Llegado el caso, tú te defenderás con la frase comodín del escritor: “no, no, es que el protagonista de la novela no soy yo”. Entonces, el familiar o el amigo de turno esbozará una sonrisa y guardará silencio. Lo que no te dirá es lo que está pensando:



“¡NO POLLAS!”



La forma de pensar de tu querido lector amigo/familiar es simple: "lo que leo ahí es tu vida, y punto. La puedes haber disfrazado más o menos, pero a mí no me engañas". 



LA ETERNA CONFUSIÓN ENTRE AUTOR Y NARRADOR

Me atrevería a decir, sin temor a equivocarme, que el 99 % de los escritores del mundo han sido confundidos con el protagonista de su novela. Pero es que nos gusta pensar así, admitámoslo, porque somos morbosos. Stieg Larsson, el autor de la saga Millenium, era un periodista sueco al igual que su personaje Mikael Blomkvist. Seguro que cuando su padre leyó Millenium pensó que algo guarro habría hecho su hijo con una punky. El Dr. Watson, que narraba en primera persona las aventuras de su amigo Sherlock Holmes, era médico, igual que Sir Arthur Conan Doyle. Pues ya está. Más claro el agua: Conan Doyle fantaseaba con ser detective y se puso como el ayudante de Holmes. Quizás se aburría mucho el hombre. Dicen que Mario Puzo, el autor de ‘El Padrino’, tenía contactos con la mafia italiana de Nueva York, incluso que perteneció a ella. Para mí que fueron sus colegas los que se encargaron de esparcir el rumor por el barrio. Bret Easton Ellis debió de horrorizar a sus familiares y tuvo que quedarse directamente sin amigos cuando narró las aventuras de Patrick Bateman, el carnicero misógino de American Psycho. ¿A quien quería engañar? Ese lunático se quería cargar a todo el mundo, y como no se atrevía a hacerlo en la vida real lo escribió con todo lujo de detalles. Maldito loco. Y bueno, qué decir de E.L. James, la autora de ‘50 sombras de Grey’. Da igual que tenga dos hijos adolescentes y un marido desde hace 20 años: a esa chiflada habría que encerrarla. En fin, y así seguiríamos hasta mañana. Sólo falta que alguien venga diciendo que Superman lo inventó un tío muy fuerte que le gustaba ayudar a los demás.
Al final, escribir puede llegar a dar bastante asco por motivos de este tipo. Quizás por eso sólo escriben los que realmente sienten vocación y necesidad. Tú, como autor, te has sumergido en un proceso creativo queriendo sacar la mejor versión de una historia, y da rabia que luego vengan a socavarte la moral los que se supone que más deberían apoyarte. Porque, seamos sinceros de una vez: los familiares y los amigos no son la clave del éxito para un escritor. Son importantes, no hay duda, y hasta pueden sacarte las castañas del fuego comprando 100 ejemplares el día de la presentación de tu libro, pero por lo demás, suponen una barrera psicológica que debes romper para seguir adelante. Si uno logra traspasarla, probablemente habrá triunfado como escritor. A mí, a estas alturas, me importa un bledo lo que piensen de mis novelas los que me conocen. Yo seguiré escribiendo, y ninguna de sus opiniones me detendrá. Lo que tengo muy claro es que yo no escribo para contentar a mi madre, ni a mis amigos, ni a mis seres queridos. Para eso ya está Jorge Bucay.    
  Para acabar, una reflexión: ¿cuál es la única vez que tus amigos no te tomarán por el protagonista de tu historia?    
He acabado un nuevo relato –le digo a mi amigo Rafa–, ya te lo pasaré. 
No me digas –me contesta él, haciéndome saber con su escéptico tono de voz que mi actividad literaria se la trae floja.   
Sí. Es un poco subidito de tono ¿sabes? Quiero aprovechar el filón de ‘50 sombras de Grey’.
¿Y de qué va?
De un tío que se lo monta con cinco tías a la vez.
Rafa sonríe sarcásticamente. 
Colega, ¡eres un fantasma!