miércoles, 15 de mayo de 2013

LA CRISIS DE LOS 30

 

Ya hace algunos meses que le doy vueltas a esto de cumplir treinta años. Treinta años, treinta. Como en los carteles de las corridas de toros: “seis toros, seis”. Que por cierto nunca he sabido por qué anuncian el seis dos veces. ¿Es que no basta con una? Pues con los treinta ocurre igual. Antes, con veintitantos, llegaba el día de tu cumpleaños y simplemente te decían “felicidades”. Ahora, con una sonrisa irónica y una palmadita en la espalda, te dicen: “felicidades ¿eh? Treinta años, treinta”. Y entonces tú desearías embestir. 


LO QUE IMPLICA EL NUMERITO
La gente me dice que apenas he cambiado. Tanto en lo físico como “en lo demás”. Ahora bien, mientras lo primero está bien visto (esta persona no envejece, se cuida, etc.) lo segundo (no cambiar “en lo demás”) no está tan bien visto. Y menos cuando cumples los treinta. Esta sociedad acepta de buena gana al Dorian Gray de turno que vende su alma al diablo a cambio de la eterna juventud, pero castiga con el ostracismo a todo aquel que se niega a cambiar “en lo demás”. Y es que cumplir treinta años implica que todo el mundo espera de ti un cambio importante, puede que incluso drástico, “en lo demás”. Implica que la gente, a partir de ahora, espera ver en ti a una persona adulta que haga cosas propias de un adulto. Implica que los comportamientos y actividades de los jóvenes veinteañeros (no digamos ya de los adolescentes) nunca más serán adecuados para tu edad. Ahora eres un adulto. Tú creías que lo eras desde los dieciocho, pero no. Eso es lo que te hicieron creer. A los dieciocho eras un niñato. Podías votar y conducir, sí, pero seguías fumando porros y haciendo el capullo con tus compañeros de la facultad. Ahora eso ya no se te permite. Al menos moralmente. Así que prepárate para tu nueva vida. Se acabaron las borracheras con los colegas. Se acabó hacer lo que a ti te dé la gana. Se acabó tu libertad. Ahora te toca casarte, comprarte un piso, tener hijos, abonarte al plus, echar barriga, perder el pelo y palmar. Esa es la vida que te espera. O al menos, la vida que los demás esperan de ti. Acabas de descubrir el significado del término “presión social”. Felicidades, ése es tu regalo de cumpleaños.   
     Los expertos llaman a este marrón “La crisis de los 30”, una etapa de cambios estructurales donde te replanteas tu vida entera y te afanas por lograr el éxito laboral y sentimental antes de los 35. Porque si no lo logras serás un auténtico fracasado. De ahí que la gente se vuelva loca intentando cambiar “en lo demás”. 

MADURA YA, COPÓN
Pero, ¿qué pasa si decides no cambiar “en lo demás”? Nada. Que eres un inmaduro. Que no eres como toca. ¿Y eso tiene consecuencias? Por supuesto. Te apartarán a un lado. Ya lo irás notando. Pero vayamos al grano de una vez: madurar. Yo no digo que uno no deba madurar. Al contrario, es un proceso importantísimo para el desarrollo de una persona. Pero desde luego, tengo claras una serie de cosas en lo que al término madurar se refiere, entre ellas las que menciono a continuación: 
  • Si madurar significa dejar de soñar y de crear cosas nuevas, yo soy un inmaduro. 
  • Si madurar significa dejar de sentir la emoción de un niño, yo soy un inmaduro.
  • Si madurar significa dejar de salir con los colegas, yo soy un inmaduro.
  • Si madurar significa abrazar una vida rutinaria y gris, yo soy un inmaduro.
  • Si madurar significa quitarse de la cabeza “esas tonterías”, yo soy un inmaduro.   
  • Si madurar significa esbozar “esa sonrisa” de resignación, yo soy un inmaduro.
  • Si madurar significa sentar la cabeza para pensar con el culo, yo soy un inmaduro.
  • Si madurar significa ahorrar para la vejez y votar a la derecha, yo soy un inmaduro.
  • Si madurar significa dejar de vestir zapatillas y vaqueros, yo soy un inmaduro.
  • Si madurar significa comprarse un Audi para demostrarle al mundo que no te afecta la crisis (ni la de los 30, ni la económica), yo soy un inmaduro.  
  • Si madurar significa preferir la injusticia al desorden, yo soy un inmaduro.  
  • Si madurar significa, en definitiva, acatar sin chistar las directrices que te marca la sociedad, abrazar las modas, lo fácil, las apariencias y la falsedad… yo, rotundamente, soy un inmaduro.

     Y puede que sea un inmaduro. Eso me da igual. Lo que no me da igual, lo que no aguanto, es que vengan a darme lecciones sobre qué es madurar. Porque a lo mejor, mi visión de la madurez es diferente a la suya; porque a lo mejor, lo que nos hace madurar no son los años ni el progreso material, sino las experiencias vitales, buenas y malas (aprenderás más de las malas); porque a lo mejor, lo que para ellos significa madurar, para mi es morir en vida. Y puede que a lo mejor, ese niño que llevo dentro, ese niño que llevamos todos dentro y que nos empeñamos en matar cada día, en el fondo, nos ayude a sobrevivir. 
     Para todo lo demás, bienvenidos sean los 30, maldita sea.

9 comentarios:

  1. Yo me autoexcluí del proceso madurador al uso. Entre mis 28 y mis 33, parecía que había acatado el orden de la madurez, pero fui terriblemente infeliz. Así que, ahora que he vuelto a la inmadurez, soy mucho más feliz.

    Yo creo que lo único que sucede, es que hay gente que tenemos imaginación para llevar nuestra vida, y gente que sólo puede vivir si alguien le dice lo que ha de hacer.
    Y la gente sin imaginación a la que le gusta que le marquen el ritmo de su vida es mayor en cantidad que la otra, por eso es un hecho tan aceptado convertirte en una rueda más de la absurda maquinaria social (sea la que sea).

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  2. Felicidades, acabas de describir cómo me siento. Yo también soy del 83, me planteo muchas cosas y la presión social es terrible, y más si eres mujer (tema hijos sobretodo, por eso del "calendario biológico").

    Ahora sólo una cosa: esa presión social que dices muchas veces la tiene uno mismo metida en su cabeza, ya que a mucha gente le da igual qué haces con tu vida. No somos ni los primeros ni los últimos que con 30 y tantos salimos de fiesta con los colegas y nos cogemos una buena turca. Qué pasa? Pues nada, lo que nos divertimos, mira. Hoy en día aún hay mucha gente que con 30ytantos hacen vida como los de 20 y bien que les va y felices que son.

    No hagamos nada que no querramos hacer, por mucha presión que tengamos. Sentémonos y pensemos qué queremos. Es difícil pero lo conseguiremos.

    El otro día un conocido me dijo una cosa que me encantó: "Con 20 años eres immaduro y joven, pero con 30 o 40 ya tienes una experiencia buenísima y aún eres joven. Es la mejor época, a disfrutarla!"


    Mucha suerte! :)

    Eva

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  3. También soy del '83 y desde que recordé que quedaba un mes casi para mi cumple (ahora queda menos de una semana) ha sido horrible y ha coincidido con que mi hermana menor ha hecho cosas que se esperaba que yo lograra primero. (Titularse y trabajar, yo estoy en mi segunda carrera, porque elegí mal la primera; comprometerse hasta con anillo, cuando yo tengo un novio que no cree en el compromiso público)
    Sé que no es bueno compararse, pero que en tu casa no se hable de nada más que eso, frustra y mucho. Parece que fuera más importante casarse que perseguir tus sueños académicos (están a punto de darme una beca para estudiar en Inglaterra, pero nadie celebra eso)
    No tienen idea de lo triste que estoy.
    Mirando hacia atrás, definitivamente no era lo que esperaba de mi vida a los 30. Lo bueno, es que no se me notan, parezco de menos de 25, pero no es suficiente para no sentirme fracasada, porque no he cumplido con ninguna expectativa de las que tenían para la hija mayor y mujer más brillante de la familia.

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  4. La verdad es que ha sido un alivio encontrar este blog. Yo cumplí los 30 en julio y, a falta de una asignatura para acabar la carrera, con un título de FP, dos años en el extranjero, sin pareja, sin trabajo, cumplir los 30, como bien decís, ha sido un punto de inflexión. La pregunta es si cualquier error a partir de ahora va a resultar determinante, o simplemente va a ser otro más que sirva para plantearse el futuro como es debido.

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  5. Para los 31 estamos, y la verdad, los 30 son como un golpe de realismo y darte con la puerta de la vida en las narices...cargando con los errores como un saco, y lo peor sin expectativas y sin ilusiones para el futuro...un pasar los dias monotonamente, dandote cuenta todos los amanceceres de los fracasos vitales...duros 30 y sin prespectiva de cambio

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  6. La pregunta del millón, que yo me he hecho más de una vez por estar en esa situación, es si este trance se pasaría mejor si se tiene pareja. La verdad, yo nunca he tenido pareja estable, y es lo que decís en el mensaje anterior: ha sido llegar a los 30 dándote cuenta todos los amaneceres de los fracasos vitales.

    Y ver cómo otros de nuestra quinta tienen su curro, pareja, y unas expectativas bastante mejores que las que estamos describiendo aquí, hace que haya veces que no pare de dar vueltas a la cabeza.

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  7. El ultimo comentario del 11 de Octubre tiene todoa la razon, me identifico totalmente con él. Esta mañana conforme me he levantado he tenido las mismas sensaciones de todos los p.... dias. Solo, trabajo jodido, 30 años, sensacion de haber perdido el rumbo....lamentable

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  8. No podría estar mas de acuredo con Ud. señor blogero, ya para expresar mi total adhesión con sus argumentos dejaré por escrito un breve y jocoso chascarrillo procedente de la huerta que el Turia acaricia en lo tocante a la controvertida cuestión de madurar, muy bien ahí va:
    La naranja nace verde, al madurar el sol le dará color, pero al que nace gilipollas no lo madura ni dios.

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  9. jejej, me llaman la atención vuestro comentarios. Madurar no significa actuar como un " viejo". Simplemente, saber a donde quieres llegar y ser responsable. Claro que puede ser maduro y salir a tomar unas copas o pasárselo pipa jugando a la consola (siempre y cuando lo hagas en tu tiempo de ocio y tras cumplir tus responsabilidades)

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