martes, 21 de julio de 2015

TÚ ERES EL PROTAGONISTA

     Dicen que para un escritor novato, lo lógico es que le lean primero sus familiares y sus amigos, y luego, a partir de ahí, ir creciendo y darse a conocer a nuevos lectores. Yo no lo creo así. De hecho, para mí es justo al contrario. Es mucho mejor ser leído primero por desconocidos. ¿Por qué? Porque ellos son los únicos que te darán una opinión sincera de tu novela. Son los únicos que la leerán sin prejuicios. Los únicos que no se buscarán entre las páginas. Los únicos que se la leerán si de verdad les interesa, y no por obligación. Pero ¿y tus familiares? ¿Y tu círculo de amistades? ¿Y tus ex novias? ¡Uf! Ahí hay algo que no huele bien. Conozco a muchos autores que escriben en secreto precisamente porque les da vergüenza mostrar sus historias a los más allegados. Y yo comprendo perfectamente sus razones. A mí, en concreto, cada vez que termino una novela, los familiares y los amigos me preguntan lo mismo: “¿el protagonista eres tú? Es que me recuerda mucho a ti”. Ya os adelanto que es imposible escapar al San Benito. El escritor está condenado a ser confundido con el personaje de su novela. Así que si eres muy aprensivo, ten cuidado con lo que escribes.

LA VERDADERA LECTURA QUE HARÁN DE TU NOVELA

Si por casualidad la historia guarda algún tipo de paralelismo con tu vida real (por ejemplo, si el protagonista tiene padres, amigos, novia) ya la has liado. Serás tomado por un exhibicionista de tu vida privada. Da igual que ese personaje sea un alienígena venido del futuro para exterminar a la humanidad. Si ese protagonista, por poner un ejemplo, es impotente, la gente de tu entorno pensará (pero sin dudarlo ni un segundo) que tienes problemas en la cama. Si ese personaje tiene una novia, leerán tu libro como si ese personaje fuera tu novia de la vida real (o cualquiera que hayas tenido en el pasado, en caso de que ahora no la tengas). Si en tu novela salen malparados unos padres o unos suegros, atente a las consecuencias (cuidado con la herencia, chico). Si creas un personaje homosexual en tu historia, significa que encierras una homosexualidad latente que no te atreves a confesar. Si la cosa va de un personaje que da pena, tú también la darás. Si el prota es un ladrón, es que algo has robado alguna vez. Si relatas la historia de una infidelidad, es que algo malo le has hecho a tu chica. Si te vienes arriba y creas un personaje que es el puto amo, te acusarán de vanidoso. Si la protagonista de tu historia es una mujer (y tu eres un tío, o viceversa), estás dando rienda suelta a cierto travestismo mental que quizás delate otro travestismo físico. Y si creas a un personaje con un miembro viril de 30 centímetros… significa que has metido a Nacho Vidal en tu novela.
Llegado el caso, tú te defenderás con la frase comodín del escritor: “no, no, es que el protagonista de la novela no soy yo”. Entonces, el familiar o el amigo de turno esbozará una sonrisa y guardará silencio. Lo que no te dirá es lo que está pensando:



“¡NO POLLAS!”



La forma de pensar de tu querido lector amigo/familiar es simple: "lo que leo ahí es tu vida, y punto. La puedes haber disfrazado más o menos, pero a mí no me engañas". 



LA ETERNA CONFUSIÓN ENTRE AUTOR Y NARRADOR

Me atrevería a decir, sin temor a equivocarme, que el 99 % de los escritores del mundo han sido confundidos con el protagonista de su novela. Pero es que nos gusta pensar así, admitámoslo, porque somos morbosos. Stieg Larsson, el autor de la saga Millenium, era un periodista sueco al igual que su personaje Mikael Blomkvist. Seguro que cuando su padre leyó Millenium pensó que algo guarro habría hecho su hijo con una punky. El Dr. Watson, que narraba en primera persona las aventuras de su amigo Sherlock Holmes, era médico, igual que Sir Arthur Conan Doyle. Pues ya está. Más claro el agua: Conan Doyle fantaseaba con ser detective y se puso como el ayudante de Holmes. Quizás se aburría mucho el hombre. Dicen que Mario Puzo, el autor de ‘El Padrino’, tenía contactos con la mafia italiana de Nueva York, incluso que perteneció a ella. Para mí que fueron sus colegas los que se encargaron de esparcir el rumor por el barrio. Bret Easton Ellis debió de horrorizar a sus familiares y tuvo que quedarse directamente sin amigos cuando narró las aventuras de Patrick Bateman, el carnicero misógino de American Psycho. ¿A quien quería engañar? Ese lunático se quería cargar a todo el mundo, y como no se atrevía a hacerlo en la vida real lo escribió con todo lujo de detalles. Maldito loco. Y bueno, qué decir de E.L. James, la autora de ‘50 sombras de Grey’. Da igual que tenga dos hijos adolescentes y un marido desde hace 20 años: a esa chiflada habría que encerrarla. En fin, y así seguiríamos hasta mañana. Sólo falta que alguien venga diciendo que Superman lo inventó un tío muy fuerte que le gustaba ayudar a los demás.
Al final, escribir puede llegar a dar bastante asco por motivos de este tipo. Quizás por eso sólo escriben los que realmente sienten vocación y necesidad. Tú, como autor, te has sumergido en un proceso creativo queriendo sacar la mejor versión de una historia, y da rabia que luego vengan a socavarte la moral los que se supone que más deberían apoyarte. Porque, seamos sinceros de una vez: los familiares y los amigos no son la clave del éxito para un escritor. Son importantes, no hay duda, y hasta pueden sacarte las castañas del fuego comprando 100 ejemplares el día de la presentación de tu libro, pero por lo demás, suponen una barrera psicológica que debes romper para seguir adelante. Si uno logra traspasarla, probablemente habrá triunfado como escritor. A mí, a estas alturas, me importa un bledo lo que piensen de mis novelas los que me conocen. Yo seguiré escribiendo, y ninguna de sus opiniones me detendrá. Lo que tengo muy claro es que yo no escribo para contentar a mi madre, ni a mis amigos, ni a mis seres queridos. Para eso ya está Jorge Bucay.    
  Para acabar, una reflexión: ¿cuál es la única vez que tus amigos no te tomarán por el protagonista de tu historia?    
He acabado un nuevo relato –le digo a mi amigo Rafa–, ya te lo pasaré. 
No me digas –me contesta él, haciéndome saber con su escéptico tono de voz que mi actividad literaria se la trae floja.   
Sí. Es un poco subidito de tono ¿sabes? Quiero aprovechar el filón de ‘50 sombras de Grey’.
¿Y de qué va?
De un tío que se lo monta con cinco tías a la vez.
Rafa sonríe sarcásticamente. 
Colega, ¡eres un fantasma!

viernes, 17 de julio de 2015

EL REPARTIDOR (Crónicas Urbanas)

Esta es la portada de mi nueva novela, que he estrenado este mes de julio en el concurso que organiza Amazon. De momento está teniendo buena acogida. ¿A qué esperas para leerla?


SINOPSIS: Mike, un joven misántropo y adicto al sexo, trabaja repartiendo periódicos gratuitos en las inmediaciones de la estación. Allí, mientras ve llegar los trenes, convive con la fauna urbana de los bajos fondos, formada por personajes excéntricos, y en ocasiones peligrosos, con los que debe lidiar a diario. El de repartidor no es su trabajo soñado, ni mucho menos. Es un 'minijob' precario y mal remunerado, pero la crisis no le ofrece otra alternativa. Sin ninguna perspectiva de futuro, Mike tiene que recurrir al trapicheo de hachís para llegar a fin de mes. Además de salir por la noche a emborracharse, su única ilusión en la vida es hablar con la bella Laura, una joven a la que le da el periódico cada mañana y por la que se siente fuertemente atraído. Por desgracia para él, sus conversaciones nunca se alargan más de un minuto. Decidido a conocerla mejor, Mike utiliza las redes sociales para crearse un perfil falso y acercarse a ella. Él no lo sabe, pero su vida está a punto de dar un giro inesperado y peligroso.

viernes, 22 de mayo de 2015

LOS 10 MANDAMIENTOS DEL "BUEN" CASTELLONENSE

1. Tienes que criticar a los demás porque los demás también te critican a ti. Si no criticas a nadie no eres de fiar.
2. fingE llevarte bien con las personas a las que criticas. La vida da muchas vueltas. Nunca se sabe qué mano te dará de comer.
3. Tienes que pertenecer a una familia de clase acomodada, con contactos, gent de dinerets. Si no es así, busca una buena pareja y fes un bon casament (esto último sólo sirve para las mujeres).   
4. consIGUE una mujer más guapa que la del vecino (si encima la quieres mejor, pero eso no es lo importante). Tu mujer, que es más guapa que la del vecino, te dará unos hijos más guapos que los del vecino. Sácalos en el Pregón infantil. Que luzcan. 
5. Tienes que tener un trabajo para ganar más dinero que el vecino. No para ser feliz. No seas tonto: he dicho para ganar más dinero que él. Si ganas menos, debes mentir para aparentar.
6. Tienes que tener un coche más grande que el del vecino. Tienes que comprarte un Smartphone más grande que el del vecino. (Aclaración: el tamaño de tu pene importa, pero no tanto, porque eso no se ve, y las tetas siempre estás a tiempo de operártelas).
7. VOTA al partido mayoritario. La ideología no importa. Hay que estar con los que ganan.     
8. Tienes que competir. La vida es competir. En todo. Y competirás, te guste o no te guste. La única diferencia es que si no compites quedarás el último. 
9. Tienes que SUPERAR al  vecino para que él no te supere a ti.
10. Tienes que APLASTAR al vecino antes de que él te aplaste a ti. 

    Esta, amigos, es la mentalidad que hemos desarrollado generación tras generación. Nos han enseñado a construir nuestra autoestima en base a estas estúpidas creencias. Envidias, celos, rencores, peleas y rivalidades. Y ya no me refiero únicamente a Castellón. Así funciona el mundo. Así funciona España, que es la quintaesencia de lo que acabo de exponer. La crisis económica actual únicamente agudiza nuestra miseria moral. Un eterno círculo vicioso del que, a este paso, no saldremos nunca. ¿Solidaridad? Y una leche. Aquí vale todo para llegar el primero, y el último "maricón". Los políticos son el primer ejemplo de ello. 
          Y ahora id y votadles.

Ilustración: El Roto


miércoles, 4 de febrero de 2015

SÁLVAME, PABLO IGLESIAS

“Si Belén Esteban se montara un partido político, ganaría las elecciones”. Esta frase, que tantas veces hemos oído en los últimos tiempos, va camino de convertirse en realidad. Sólo hay que echar un vistazo al panorama político del país. Desde hace muchos años, la Esteban es una colaboradora habitual de Sálvame, y debido a sus apariciones se ha ganado el apoyo de miles de seguidores. Ella no necesitaría un programa electoral para arrasar en las urnas. Hoy en día, con salir en la tele y empatizar con el público, es suficiente. La política es lo de menos. Pues así es España, señores.
Mal que nos pese, Sálvame es uno de los programas más vistos de la televisión española. El Chiringuito de Pedrerol es el Sálvame del fútbol (y si no, desmiéntemelo), y La Sexta Noche ya se ha convertido en el Sálvame de la política. Incluso Iker Jiménez, en ocasiones, transforma su nave del misterio en el Sálvame de lo paranormal (con Enrique De Vicente vs. la ciencia). Parece que esta es la fórmula ganadora. En España ya no sabemos hacer las cosas de otra manera. El futuro es la Salvamización de los medios. Todo es farándula, polémica y ego. Todos son gritos, insultos y pataletas. Mi verdad es la que vale, y si me tocas los huevos te machaco. Cainismo y odio hasta el final. Yo soy trending topic, y tú no.  
No estoy insinuando que Pablo Iglesias sea como Belén Esteban. Son dos personas tan diferentes como el día y la noche. Pero el producto televisivo es el mismo. Si la Esteban es “la princesa” del pueblo, el coletas se ha convertido en “el salvador”. Y ambos lo han conseguido del mismo modo: discutiendo con gentuza en un plató. Al final, lo que importa no es tu programa político, sino el aguante que tengas cuando te echan encima a los leones. Si te vienes abajo, estás muerto. Si sales victorioso del combate, el pueblo te aclamará. El señor Iglesias ha salido victorioso y por eso está ahí. Lo que haga a partir de ahora, dependerá exclusivamente de su talento como político. Y ahí no habrán oratorias ni discursos que le valgan.    
Y yo me pregunto: ¿qué será lo próximo? ¿El Sálvame de los toros presentado por Jesulín? ¿El Sálvame de Historia de España dirigido por César Vidal? Puestos a pedir, a mí me gustaría el Sálvame del cine. Pero nada de programas aburridos con Cayetana Guillén Cuervo. Lo que yo pido son trapos sucios. Que sienten al director de El Niño y al de La isla Mínima y que se digan de todo. Que sienten a directores y actores famosos en un plató y que se saquen los hígados: “tú me jodiste aquella película”, “rodaste aquella escena para verme desnuda”, “te pasaste el rodaje colocado”, “le diste el papel a ella porque te la chupó”, “tu película es una mierda”. Seguramente, la taquilla del cine español funcionaría mucho mejor a partir de entonces. También me fliparía ver el Sálvame de la literatura. Aunque pensándolo bien, eso ya lo vimos en aquel mítico programa de Sánchez Dragó de finales de los ochenta. Al final va a tener razón Fernando Arrabal: el milenarismo va a llegar.   

Foto: bluper.es